Para ocultar nuestra dirección la manera más sencilla es pasar a través de un proxy. El funcionamiento es sencillo, si estamos conectados a un proxy, nuestro ordenador realiza las peticiones a ese servidor (al proxy) y es él el encargado de pedir y recoger la página solicitada para después enviárnosla. Esto provoca que la dirección IP que pide los contenidos a los servidores web sea la del proxy y no la nuestra que queda oculta tras él. Por contra se producirá un retardo en la carga de la página debido a dos factores:
1.- La velocidad de conexión a Internet es la del proxy y no la nuestra. Si el proxy tiene poco ancho de banda (256kb) o está saturado (muchas conexiones a la vez) la carga de las páginas será más lenta aunque nuestra conexión sea muy rápida.
2.- Se produce una doble descarga de la página: primero del servidor web al proxy y luego del proxy a nuestro ordenador, con su correspondiente retardo.
1.- La velocidad de conexión a Internet es la del proxy y no la nuestra. Si el proxy tiene poco ancho de banda (256kb) o está saturado (muchas conexiones a la vez) la carga de las páginas será más lenta aunque nuestra conexión sea muy rápida.
2.- Se produce una doble descarga de la página: primero del servidor web al proxy y luego del proxy a nuestro ordenador, con su correspondiente retardo.