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Hace días que despierto sabiendo que no voy a tener tiempo libre. Miro a la estantería y veo nuevos bocetos de proyectos que no recuerdo sobre qué eran. Seguro que, una vez más, me había quedado dormido mientras pensaba en una de esas locas ideas que de un día para otro no parecían tan maravillosas como cuando las ideaba.
Los rayos de sol incidieron de forma molesta en mis ojos. Quería dormir más, pero no podía. Tenía que seguir inventando.
No entiendo a la gente. Todos son iguales, siguen el camino fácil, el que no marca la diferencia. Ya he dado con la respuesta científica a todo esto: el cerebro es muy vago y cambiar las cosas supone un gasto enorme de energía. Por naturaleza, esto es rechazado por nuestro organismo y vamos a lo fácil. A lo que ya hay inventado.
Pienso que cada uno tiene su don especial. Si no, ¿para qué estar aquí? Me da igual para lo que sea. A lo mejor sabes hacer el pan más rico del mundo, quizás tienes una memoria increíble, probablemente sepas realizar las mejores fotografías. No desecharía ni la idea de que estás aquí para hacer felices al resto de personas. O para cambiar el mundo.
Yo tengo las ideas claras. No quiero morir siendo conocido entre mis amigos o familiares. Quiero ser reconocido por países enteros.
Pero no como alguien que sabe de marketing online o SEO. Quiero hacer algo más grande. ¿Qué tal reinventar el futuro? ¿Hacerle la competencia al mismísimo Apple? ¿Pensar en formas de publicidad que nunca antes habían existido?
Espero que llegue el día en que mis proyectos me den de comer y mucho más. Y digo mucho más, porque el principal propósito de mis proyectos no es hacerme yo rico, sino poder dar solución a este mundo que parece no tener cura, con tanta gente pasando hambre y en guerra, con personas inocentes que no tienen culpa de nada. No dudaré ni un segundo, cuando tenga dinero necesario, en invertir en investigaciones para las curas de cáncer, para mejorar las condiciones de los países subdesarrollados y cualquier injusticia por la que está pasando el planeta actualmente.
Las empresas pueden estar donando, pero sé que pueden donar mucho más. Y la mía, desde luego, donará todo lo necesario.
Lo sé, son ideas de locos, y más si vemos que nacen de un chico de 17 años. Pero, como dijo Steve Jobs, solo las personas que están lo suficientemente locas como para pensar que pueden cambiar el mundo... pueden cambiarlo.
Espero que si algún día quedo ciego por mi egoísmo hacia el resto de personas y se me sube el ego a la cabeza, estéis ahí para abrirme los ojos.
Os parecerá que son cosas mías, pero no. No voy a parar hasta conseguir mis propósitos, y os aviso de que no son pocos.
Hoy me veis aquí. En unos años... ¿Quién sabe? Porque yo, no tengo miedo al cambio.
Los rayos de sol incidieron de forma molesta en mis ojos. Quería dormir más, pero no podía. Tenía que seguir inventando.
No entiendo a la gente. Todos son iguales, siguen el camino fácil, el que no marca la diferencia. Ya he dado con la respuesta científica a todo esto: el cerebro es muy vago y cambiar las cosas supone un gasto enorme de energía. Por naturaleza, esto es rechazado por nuestro organismo y vamos a lo fácil. A lo que ya hay inventado.
Pienso que cada uno tiene su don especial. Si no, ¿para qué estar aquí? Me da igual para lo que sea. A lo mejor sabes hacer el pan más rico del mundo, quizás tienes una memoria increíble, probablemente sepas realizar las mejores fotografías. No desecharía ni la idea de que estás aquí para hacer felices al resto de personas. O para cambiar el mundo.
Yo tengo las ideas claras. No quiero morir siendo conocido entre mis amigos o familiares. Quiero ser reconocido por países enteros.
Pero no como alguien que sabe de marketing online o SEO. Quiero hacer algo más grande. ¿Qué tal reinventar el futuro? ¿Hacerle la competencia al mismísimo Apple? ¿Pensar en formas de publicidad que nunca antes habían existido?
Espero que llegue el día en que mis proyectos me den de comer y mucho más. Y digo mucho más, porque el principal propósito de mis proyectos no es hacerme yo rico, sino poder dar solución a este mundo que parece no tener cura, con tanta gente pasando hambre y en guerra, con personas inocentes que no tienen culpa de nada. No dudaré ni un segundo, cuando tenga dinero necesario, en invertir en investigaciones para las curas de cáncer, para mejorar las condiciones de los países subdesarrollados y cualquier injusticia por la que está pasando el planeta actualmente.
Las empresas pueden estar donando, pero sé que pueden donar mucho más. Y la mía, desde luego, donará todo lo necesario.
Lo sé, son ideas de locos, y más si vemos que nacen de un chico de 17 años. Pero, como dijo Steve Jobs, solo las personas que están lo suficientemente locas como para pensar que pueden cambiar el mundo... pueden cambiarlo.
Espero que si algún día quedo ciego por mi egoísmo hacia el resto de personas y se me sube el ego a la cabeza, estéis ahí para abrirme los ojos.
Os parecerá que son cosas mías, pero no. No voy a parar hasta conseguir mis propósitos, y os aviso de que no son pocos.
Hoy me veis aquí. En unos años... ¿Quién sabe? Porque yo, no tengo miedo al cambio.
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